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Cuando Apple ayer presentado su nuevo servicio Apple Card, quedó claro desde el principio que tendría un alcance muy limitado. Ya durante la presentación se confirmó que Apple solo se centrará en los clientes de EE. UU. con su tarjeta de crédito digital y física, entre otras cosas, porque aquí es donde funciona la superestructura de Apple Pay en forma de Apple Pay Cash, que es el bloque de construcción básico para la Apple Card. Sin embargo, poco después de la introducción del servicio, se escuchó que representantes de Goldman Sachs estaban explorando la posibilidad de expandir el servicio fuera de Estados Unidos.

Precisamente la institución bancaria Goldman Sachs coopera con Apple en el marco de la Apple Card. El director general de Goldman Sachs confirmó en una entrevista que por el momento el servicio está dirigido exclusivamente al territorio de Estados Unidos, pero en el futuro les gustaría que se extendiera a otras partes del mundo.

Si eso realmente sucede, la elección lógica recae en Canadá y otros mercados anglófonos del mundo, es decir, especialmente Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. La evolución de la situación dependerá en gran medida del éxito de Apple en la expansión del servicio Apple Pay Cash a otros países. De momento, después de casi un año y medio de funcionamiento, no parece demasiado glorioso.

El propio enfoque del producto también deja entrever las dificultades de expandir la Apple Card a otras partes del mundo. Desde el punto de vista del mercado americano, este es un paso completamente lógico, ya que las tarjetas de crédito son muy populares aquí y se utilizan mucho más que en otras partes del mundo. Las tarjetas de crédito en EE.UU. aportan varias supuestas ventajas a sus propietarios, ya sean diferentes tipos de reembolsos de efectivo, seguro de viaje, programas de puntos de fidelidad o eventos/descuentos en productos y servicios seleccionados. En Europa, el sistema de tarjetas de crédito no funciona hasta tal punto (lo que no significa que aquí no se utilicen tarjetas de crédito).

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Entonces, si alguna vez se produce la expansión fuera de los EE. UU., lo más probable es que el producto resultante sea mucho más sencillo, especialmente en lo que respecta a los diferentes tipos de bonificaciones. En el caso de las devoluciones de efectivo, esto se debe al hecho de que las leyes europeas exigen que los operadores de tarjetas de pago eliminen prácticamente las comisiones por las transacciones en los comercios. En EE.UU., los operadores de tarjetas y servicios de crédito pueden "devolver" fondos a los clientes más fácilmente en forma de reembolsos, ya que tienen suficiente margen para ello debido a la cantidad de comisiones cobradas a los vendedores. En Europa, las comisiones de compra están más o menos prohibidas, lo que hace que los reembolsos importantes se generen mal.

Pero la Apple Card no se trata sólo de bonificaciones de uso. Para muchos usuarios resultan de especial interés las herramientas analíticas que tiene la tarjeta de crédito de Apple en combinación con Apple Wallet. La posibilidad de controlar el movimiento de fondos, establecer ahorros o límites varios resulta muy atractiva para muchos usuarios potenciales. Solo eso hace que valga la pena que Apple expanda este servicio a otras partes del mundo lo antes posible. Sin embargo, hoy en día pocas personas saben cómo resultará realmente.

Fuente: 9to5mac

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