Anuncio cerrado

Steve Jobs tenía una personalidad muy peculiar y a su nombre se asocian varias historias más o menos extrañas. Por ejemplo, es famoso por su perfeccionismo y rigor, en Internet también circulan historias sobre sus inusuales hábitos alimenticios, su coqueteo con alucinógenos... o quizás sobre la extraña y relativamente cara costumbre de comprarse un coche nuevo cada seis meses.

Coches de Steve Jobs:

"No obtienes nada"

De hecho, Steve Jobs compró un automóvil nuevo cada seis meses durante aproximadamente tres décadas. Esta extraña afición tenía varias causas y, entre otras cosas, también estaba relacionada con la hija de Jobs, Lisa Brennan-Jobs.

Jobs conoció a su madre, Chrisann Brennan, durante sus años de escuela secundaria y su relación fue bastante complicada. En mayo de 1978 nació Lisa, la hija de Chrisann. Chrisann inicialmente afirmó que el padre de Lisa era Steve, pero inicialmente se negó a someterse a una prueba de ADN a pesar de estar en contacto con Lisa.

En sus memorias, Lisa recordó, entre otras cosas, el momento en que tenía unos seis años y escuchó a su madre contar que Jobs se había vuelto a comprar un coche nuevo. "Escuché que si se rasca, comprará uno nuevo", dijo Chrisann en ese momento. Una vez, cuando Jobs llevó a Lisa a una fiesta de pijamas en casa de un amigo, ella le preguntó, con astucia e ingenuidad infantiles, si le dedicaría su coche cuando "tuviera suficiente". "Por supuesto que no", respondió su padre con fuerza. "¿Lo entiendes? Nada. No obtendrás nada”, le tranquilizó.

El secreto de las marcas

Aunque Jobs era meticuloso y perfeccionista, los arañazos y defectos no eran ciertamente la razón por la que cambiaba tan a menudo su coche por uno nuevo. Los coches que poseía Jobs tenían una característica distintiva: no tenían matrícula. Ése era el secreto de cambiar la flota de Jobs con tanta frecuencia. Según la ley de California en ese momento, los propietarios de autos nuevos tenían alrededor de seis meses en ciertas circunstancias para obtener una placa, y Jobs aparentemente logró encontrar una manera de arreglárselas sin las placas durante años.

En los años ochenta del siglo pasado le gustaba la marca automovilística Porsche y a principios del nuevo milenio conducía un Mercedes SL55 AMG. Durante mucho tiempo siempre fue fiel a determinadas marcas y siempre compraba coches casi idénticos.

Sólo se puede especular sobre el motivo de la negativa a utilizar matrículas: la obsesión de Jobs por la estética y su posible creencia de que las matrículas restan pureza a la apariencia de su coche podrían estar detrás de ello. Otra variante podría ser el deseo de anonimato, pero tampoco se excluye la posibilidad de que Jobs simplemente disfrutara de esta excentricidad.

Sin embargo, los residentes de California ya no pueden seguir a Jobs en esta dirección: desde el 1 de enero de este año, todos los coches nuevos aquí deben estar equipados con una matrícula.

Coche de Steve Jobs Mercedes SL55 AMG

Fuente: cable

.